Al llegar a St. Olaf College por primera vez es fácil notar la demografía del cuerpo estudiantil. El reporte más reciente indica que aproximadamente 60% de los estudiantes en esta institución son blancos. Esta cifra ha disminuido a través de los años y, en contraste, el número de minorías ha aumentado. En parte, este cambio demuestra el compromiso del colegio a la diversidad y por otra parte señala una mayor oportunidad para las minorías.
Sin embargo, una universidad más diversa no resulta automáticamente en una comunidad integrada. Muy por lo contrario, en St. Olaf hay una división de razas en cuanto a amistades y lugares sociales. Normalmente minorías gravitan hacia otras minorías y es visible en grupos de amigos. Por ejemplo, en la cafetería, las minorías tienden sentarse en las primeras tres hileras de mesas. En cambio, la mayoría de los estudiantes blancos tienden a sentarse en las mesas que están detrás de las tres primeras hileras. Lo mismo se puede decir sobre ‘The Cage,” donde las minorías tienden a sentarse juntas en la parte posterior y los estudiantes caucásicos a interactuar en el pasillo principal.
Claro, la división no es absoluta, pero si es cierta en gran medida. Es fácil interactuar con personas que son similares a ti en cuanto a raza y cultura, pero si nuestro deseo es un futuro integrado libre de racismo, un buen primer paso es destruir los muros sociales. Tenemos que tener la iniciativa de socializar con personas que no son de la misma cultura o raza. De esa manera podemos empezar a ejemplificar una verdadera diversidad estudiantil.
Carlos Torres ’19 (quiroz1@stolaf.edu) is from Minneapolis, Minn. He majors in Economics.
In “La Sazón” native Spanish speaking members of the St. Olaf community explore politics, campus life, culture and more. If you would like to contribute to the column, email the editor, Genesis Fukunaga Luna Victoria at fukuna1@stolaf.edu.